La termografía es una de las formas de ensayo no destructivo que se aplican frecuentemente en los edificios.
La cámara termográfica registra la intensidad de la radiación en la zona infrarroja del espectro electromagnético y la convierte en una imagen visible.
Es decir, genera una imagen del calor según su intensidad.
La inspección de edificios con cámaras termográficas es una forma potente y no invasiva de supervisión y diagnóstico del estado de los edificios. Permite realizar fácilmente cosas como:
- Visualizar las pérdidas de energía
- Detectar un fallo o defecto en el aislamiento
- Localizar fugas de aire
- Encontrar humedad en el aislamiento, en los tejados y muros, tanto en la estructura interior como en la exterior
- Localizar puentes térmicos
- Localizar filtraciones de agua en tejados planos
- Detectar roturas en tuberías de agua caliente
- Encontrar averías en el tendido eléctrico y en la calefacción urbana
- Detectar fallos eléctricos
Es decir, estas cámaras tienen múltiples aplicaciones para el mantenimiento del edificio.
En temas de calefacción, por ejemplo, es posible determinar si las cañerías presentan pérdidas de agua que puedan afectar los apartamentos de abajo.
En azoteas, se utilizan para rastrear el origen de las humedades. Lo mismo por ejemplo para localizar pérdidas sanitarias.
También tienen mucha utilidad para encontrar fallas en el aislamiento térmico de ventanas y puertas (fallas que permitan escapar el calor) Recordemos que en edificios con calefacción las pérdidas de calor por las ventanas y paredes constituyen un problema grave, pues reducen la eficacia de las calderas.
También se las utiliza para encontrar cortocircuitos y fallas en los tableros eléctricos.
Si bien es un equipo caro, en muchas oportunidades es posible contratar profesionales que lo apliquen y realicen los diagnósticos correspondientes. Esto ahorra muchísimas horas de trabajo y evita realizar cateos destructivos en las paredes.